En la Guerra Civil, Moraleja de Enmedio «protegió al Señor en
la Eucaristía –cuenta su párroco–, y Él les protegió a ellos». Esas formas se
conservan como el primer día. Recuerdan, en torno al Corpus,
la eterna novedad de la presencia de Cristo en la Eucaristía.
Julio de 1936. Al estallar la Guerra
Civil, el alcalde de Moraleja de Enmedio, «que era comunista, avisó al cura, y
a unos pastores para que se lo llevaran disfrazado al monte». Antes de irse, el sacerdote «encomendó a las Marías
de los Sagrarios que protegieran un copón, en el que quedaban algunas formas
consagradas. Se lo llevaron a una casa, y por turnos
iban haciendo adoración». Un tiempo después, hubo que evacuar el pueblo. «Se
les ocurrió enterrar el copón en la bodega de la familia de Eduardo Morales».
«Ahí estuvo varios meses». Al desenterrarlo, «había perdido toda la plata. Pero
las formas estaban en perfecto estado», a pesar de la humedad. «Lo volvieron a
esconder en una viga de la misma bodega», hasta que se restauró la iglesia, que
había sido destruida, y pudieron llevarlo de vuelta.
Ésta es la
historia que escuchó hace tres años el padre Jesús Parra, párroco de Moraleja
–ahora en la diócesis de Getafe–, al preguntar por un pequeño copón lacrado que
estaba en el sagrario. El
pueblo ha guardado la memoria de este prodigio eucarístico
que, aunque aún no está reconocido oficialmente, «ellos
llaman siempre milagro».
Pero sólo hace unos años el arcipreste, don Fernando Gallego, y luego don
Jesús, empezaron a recabar documentación para lograr que se reconozca como tal.
Cuentan, de entrada, con el testimonio de tres obispos –los monseñores Leopoldo
Eijo y Garay, Francisco Fernández Golfín y Joaquín María López de Andújar– que,
en distintos momentos, han certificado que las formas mantienen la misma
textura y sabor que si estuvieran recién hechas.
Están
también las gracias atribuidas a las formas, sobre todo desde que se les empezó
a dar culto público, en un copón transparente, tras la visita
de monseñor López de Andújar en noviembre de 2013. Varios niños no nacidos se
han curado de diversas dolencias. La última curación inexplicable corresponde,
presuntamente, a un caso de cáncer. Se produjo en abril, y la parroquia está
reuniendo la documentación para incluirla en la petición de que se reconozca el
milagro.
Pero lo que más emociona a don Jesús es el
amor con el que «el pueblo protegió al Señor en la Eucaristía, y cómo el Señor,
que no se deja ganar en generosidad, no ha dejado de protegerlos desde la
Eucaristía».
( Antes de visualizar el vídeo deje pasar el Himno inserto al blog)
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