La actualidad del
mensaje de Fátima
Cuando
nos disponemos a celebrar el centenario de las apariciones de Fátima, nos
preguntamos sobre la actualidad de su mensaje para el cristiano de hoy. Para
poder descubrirlo, lo primero es conocerlo bien y, para ello, nada mejor que
leer las Memorias de la Hermana Lucía. En ellas se nos narran, entre otras
cosas, los mensajes que la Virgen dirigía a los niños videntes. He querido
entresacar de ellos algunos aspectos que siguen teniendo actualidad,
especialmente en nuestro siglo XXI.
Lo primero de todo es destacar la idea
central que recorre estos mensajes: la gran preocupación de nuestra Señora por
los pecadores que están en situación de condenación. En Fátima, la Virgen aparece como la
madre que busca el bien de sus hijos y desea poner remedio a
la desgracia de tantos hombres y mujeres que ofenden gravemente a Dios y, por
ello, están en peligro de ser condenados al infierno por toda la eternidad. Para ello, propone a los niños la oración,
especialmente del Santo Rosario, la penitencia y la consagración a su
Inmaculado Corazón. Veamos cada uno de ellos.
Oración de intercesión
No se puede negar que el valor de la oración de intercesión por los pecadores es
uno de los grandes pilares del mensaje de Fátima. Ya
en las apariciones del ángel a los tres pastorcitos en
1916, lo primero
en que les insiste es en la oración y les enseña una para que no
dejen de rezarla: «Dios mío, yo
creo en ti, yo te adoro, yo te espero y yo te amo. Te pido perdón por los que
no creen, no te adoran, no te esperan y no te aman». Luego de haber
dirigido esta oración tres veces, les dijo: «Orad de esta forma. Los corazones
de Jesús y María están listos para escucharos». (Memorias
de la Hermana Lucía I [Fátima 2012] 78).
Santo rosario
En las apariciones de la Virgen,
ella no deja de exhortarlos al rezo diario del Santo Rosario, corno oración principal de su mensaje. Por eso, la oración por antonomasia de Fátima es el
Rosario y ella misma quiso
llamarse Nuestra Señora del Rosario.
Al rezo del Santo Rosario, María
añade una pequeña oración para suplicar después de cada misterio: «Oh buen Jesús,
perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno. Lleva al cielo a
todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu Divina Misericordia».
Para insistir en la importancia de la
oración,
la Madre de Dios enseña a los niños, después de anunciarles que iban a ir al
cielo, la situación de los condenados en el infierno. Esto mueve a los videntes
a orar y sacrificarse con más ahínco por las almas que están en peligro de
condenación. Este es un aspecto del que hoy no se quiere hablar y que está
presente en todas las apariciones. María
muestra a los pastorcillos la desgracia mayor de las almas y que se puede
evitar a través de la oración y el sacrificio.
Deberíamos aprender de nuestra Madre a no obviar lo más importante para la vida
del hombre: alcanzar la vida de los bienaventurados.
Otro camino para alcanzar esa vida es la
devoción a su Inmaculado Corazón: «Visteis el infierno a donde van las almas de
los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la
devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacéis lo que yo os diga, se salvarán
muchas almas, y tendrán paz» (Memorias, 121). Finalmente, para mostrar el valor de
la oración de intercesión, la
Virgen les dijo a los niños el 19 de agosto de 1917: «Rezad, rezad
mucho, y haced sacrificios por los pecadores, pues muchas almas se van al
infierno por no tener quien se sacrifique y pida por ellas» (Memorias,
178).
Penitencia
Junto
a la oración,
tenemos el segundo pilar
del mensaje de Fátima:
el valor del sacrificio y la penitencia.
Así, ya el 13 de mayo de 1917 la Virgen
María les pregunta a los niños: «¿Queréis ofreceros a Dios, para soportar todos los
sufrimientos que él quiera enviaros en acto de reparación por los pecados con
que él es ofendido? —Sí, queremos— fue nuestra respuesta. —Tendréis, pues,
que sufrir mucho, pero la gracia de Dios será vuestra fortaleza» (Memorias,
82).
Nótese
el interés de la Virgen en pedir a unos niños que soporten los sufrimientos en
reparación por los pecados cometidos, punto
integrante de la devoción al Corazón de Jesús, íntima e indisolublemente ligada
a la devoción al Inmaculado Corazón de María.
Este punto hoy en día no parece muy actual. Apenas se habla a los niños en
nuestras catequesis del tema de la penitencia y de la reparación. Es más, se
nos tacharía de antipedagógicos. En cambio, la Virgen María les expone a los
niños esta necesidad como algo muy importante, y los niños aceptan gustosos.
Mas en el sufrimiento, la Virgen no deja
solos a los niños, como tampoco hace con los adultos, pues conoce la debilidad
del hombre, por eso promete la asistencia de su Corazón: « —Y tú,
¿sufres mucho? No te desanimes. Yo nunca te abandonaré. Mi Inmaculado Corazón
será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios» (Memorias,
83).
Deberíamos, pues, tomarnos en serio este aspecto un poco olvidado hoy pero no
menos importante.
Consagración
al corazón de maría
La reparación al Inmaculado Corazón de
María es un aspecto muy ligado al mensaje de Fátima, un baluarte seguro frente
al enemigo. Si bien la Virgen no deja de hacer referencias a su Inmaculado
Corazón en las apariciones en Fátima, es en Pontevedra en 1925 donde ofrece el
modo querido por Dios de repararlo. Este es el mensaje de la Virgen: «Mira, hija
mía, mi Corazón, cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan
continuamente con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y
di que todos aquellos que, durante cinco meses, en el Primer Sábado se
confiesen, reciban la Santa Comunión, recen la tercera parte del Rosario y me
hagan quince minutos de compañía, meditando en los quince misterios del
Rosario, con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirles en
la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación de sus almas» (Memorias,
192).
En
conclusión, el
Inmaculado Corazón de María, lleno de misericordia hacia el pecador, es el
centro del mensaje de Fátima.
En efecto, el mensaje de Fátima, que incluye la devoción al Inmaculado Corazón
de María, está lleno de advertencias sobre la necesidad de conversión para la
salvación de las almas. Para ello, es necesaria una vida
de oración y de sacrificio, y
el rezo del Santo Rosario
junto a la consagración a su Corazón para impetrar el perdón para las almas en
peligro de condenación. A
esto se suma la
devoción de los cinco primeros sábados de mes.
Todo ello hoy sigue totalmente vigente y es la esencia del mensaje de Fátima.
Francisco María Fernández
Jiménez (El autor es profesor de Mariología y Director del
Instituto Superior de Estudios Teológicos «San Ildefonso» de Toledo.) MAGNIFICAT
162/AÑO 2017
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