ESPAÑA TIERRA DE MARÍA

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sábado, 29 de octubre de 2016

ENTERRAR A LOS MUERTOS, ÚLTIMA OBRA DE MISERICORDIA


     Se acerca el final del Jubileo de la Misericordia, y la Santa Sede ha hecho pública la Instrucción Ad resurgendum cum Christo, para recordarnos la importancia de la última de las Obras de Misericordia: “enterrar a los muertos”. El hecho de que este Jubileo finalice en el mes de noviembre –mes tradicionalmente dedicado a la oración por los difuntos–, contextualiza la siguiente pregunta: ¿Tiene sentido seguir predicando en pleno siglo XXI el mandato cristiano de enterrar a los muertos, cuando la incineración lleva camino de ser la opción mayoritaria?
     Es cierto que durante mucho tiempo la Iglesia se opuso a la práctica de la cremación de los cadáveres, porque se percibía en ese gesto una conexión con la mentalidad dualista platónica, según la cual el cuerpo debía ser destruido para liberar al alma de la cárcel de la materia. La Iglesia actualmente no la proscribe, porque está fuera de duda que esta práctica no está ligada en sí misma al dualismo platónico, ni al reencarnacionismo. Es decir, que, aunque la Iglesia sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos, comprende también las razones prácticas que en ocasiones pueden empujar a optar por la cremación: higiénicas, económicas, sociales, etc.   Ahora bien, más allá de la incineración, se han ido extendiendo diversas prácticas que oscurecen la fe cristiana en la resurrección de los muertos: la aventación de las cenizas en el mar o en la montaña, la conservación de las mismas en los hogares, la división de las cenizas entre los seres queridos, la transformación de las cenizas en recuerdos conmemorativos o piezas de joyería, etc. Por ello, es oportuno recordar que la obra de misericordia que nos insta a “enterrar a los muertos” sigue vigente, también para las cenizas incineradas.
     Es un hecho histórico que en tiempos del Imperio Romano, el cristianismo construyó cementerios antes que iglesias. De hecho, los cementerios fueron los primeros templos cristianos. Más aún, por influjo de la fe cristiana se sustituyó el nombre con el que se designaba el lugar destinado a los entierros, “necrópolis” (ciudad de los muertos),  por “cementerio” (dormitorio, del griego koimeterion). Tanto es así, que la fe cristiana en el más allá de la muerte, dio a luz un nuevo verbo latino: “depositar”. Frente al rito pagano en el que se hacía “donación” del cadáver a la madre tierra, el rito cristiano subraya que el cuerpo es “depositado” en la tierra, en espera de la resurrección.  La “depositio” era una evocación de la promesa de Cristo de recuperar el cuerpo enterrado.
     En la concepción antropológica cristiana, el cuerpo no es una cárcel de la que el encarcelado deba huir, ni un vestido del que deba despojarse para buscar otro nuevo. El ser humano es una unidad sustancial de cuerpo y alma, de manera que la promesa de salvación de Jesucristo se dirige al hombre entero, sin excluir su corporeidad. La resurrección de Jesucristo, cuyo cadáver había sido “depositado” en aquella tumba de Jerusalén, es la clave a la hora de comprender cuál es nuestra esperanza cristiana. Y, por ello, el santo entierro de Jesús se ha convertido en el referente de la sepultura cristiana.
     En definitiva, la fe cristiana en la resurrección está fundada en la misma resurrección de Jesucristo. Baste leer este texto paulino: «Si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros» (Rm 8, 11).
     Por ello, una de las llamadas que se nos dirige al finalizar este Jubileo de la Misericordia, es la de poner por obra la última de las obras de misericordia corporales (“enterrar a los muertos”), al mismo tiempo que se nos invita a practicar la última de las obras de misericordia espirituales (“orar a Dios por vivos y difuntos”). Ambas están íntimamente unidas, por cuanto que cada vez que evocamos el “reposo” de nuestros seres queridos, sentimos la llamada a orar por su eterno descanso, rogando a Dios que llegue el día en que toda la familia nos reunamos en el Cielo.
     Al publicar la Instrucción Ad resurgendum cum Christo, la Iglesia no pretende turbar la paz de quienes optaron por aventar las cenizas de sus seres queridos. Es evidente que la gran mayoría lo hicieron con un grado de consciencia limitada y, en todo caso, ya no existe la posibilidad de rectificación. Obvia decir que tal práctica no es obstáculo alguno para la acción “recreadora” de Dios en la resurrección.
     En cualquier caso, la presente Instrucción eclesial se ha demostrado necesaria, a tenor de la sorpresa que ha causado. En realidad, la Iglesia no ha hecho sino recordar una doctrina milenaria. Quizás debiéramos entonar nuestro “mea culpa” eclesial, porque una vez más se demuestra que un silencio prolongado en nuestra predicación equivale en la práctica a una duda, cuando no, a una negación. La fe cristiana se expresa en signos, y la renuncia a estos signos oscurece nuestra fe con el paso del tiempo.
     Sin duda alguna, nuestra fe en la resurrección está magníficamente expresada en la sepultura cristiana que realizamos en esos “dormitorios” a los que llamamos cementerios. Observo con agrado que en algunos cementerios ya se van acondicionando lugares especiales –columbarios– para el entierro de las cenizas de los difuntos incinerados. Sin olvidar que podemos hacer  uso de los columbarios que ya existen en algunas de nuestras iglesias.


+José Ignacio Munilla – Obispo de San Sebastian

sábado, 22 de octubre de 2016


DIEZ CONSEJOS PRÁCTICOS PARA REZAR EL ROSARIO CADA DÍA

1. Tener el Rosario en el bolsillo
     Todo católico debe tener siempre un Rosario en su bolsillo. Existe el denario con sólo diez cuentas y que puede transportarse fácilmente.
     Siempre que busques un pañuelo o una llave antes de salir, recuerda también llevar el Rosario de Jesús y María.

2. Aprovechar el tiempo libre también para rezar
     En la vida cotidiana siempre hay un "tiempo libre" que podremos aprovechar para rezar el Rosario: cuando esperamos la consulta médica, un bus, una llamada importante...
     Y si por alguna razón una persona no desea mostrarse en una “sala de espera” como católico practicante, también puede utilizar sus manos: tenemos diez dedos, para contar con ellos los Avemarías.

3. Rezar mientras se realizan quehaceres y deporte
     Muchas actividades no requieren pensar mucho, porque las hacemos mecánicamente. Cuando se pica la cebolla, se tiende la ropa o se lava el auto también se puede rezar el Rosario. Así como cuando las personas que se aman piensan en el otro sin importar la actividad que realicen, el Rosario ayuda a permanecer en sintonía con el corazón de Jesús y María.
     Esto también funciona para muchos deportes: correr, andar en bicicleta o nadar son actividades en las que se puede rezar el Rosario al ritmo de la propia respiración (ya sea de forma interna o en voz alta si estás solo en un campo abierto).

4. Las imágenes y la música también pueden ayudar
     El Rosario es una oración contemplativa. Más importante que las palabras que usemos, es la predisposición de nuestro corazón para contemplar cada uno de los misterios.
     Para este propósito se puede buscar en Internet 5 imágenes que nos ayuden a contemplar cada pasaje de la vida Cristo y María. Por otro lado, la música también puede ser útil si se ejecuta en un segundo plano para encontrar paz.

5. Canalizar nuestras distracciones para rezar
     Es difícil una oración en la que no surjan distracciones. Una y otra vez los pensamientos vienen a nuestra mente: la lista de compras, el cumpleaños de un amigo, una enfermedad o una preocupación. Si luchamos contra ella en la oración, a menudo es peor.
     Es mejor reunir estas "distracciones" y rezar un Avemaría por las personas, por los amigos y familiares, por uno mismo y los problemas. De este modo la oración se hace sincera y personal.

6. Rezar por el otro mientras nos desplazamos
     En el camino al trabajo o a la escuela, ya sea en auto o en bus, en tren o caminando, es posible rezar el Rosario sin bajar la cabeza y cerrar los ojos.
     Rezar mientras nos desplazamos significa dedicar los Avemarías a las personas con las que hemos establecido contacto o visto durante el día; también por las empresas e instituciones que están en mi camino.
     Por ejemplo, si veo a un doctor en mi camino puedo rezar por las personas que atenderán sus enfermedades con él.

7. Orar de rodillas o peregrinando
     El Rosario puede rezarse siempre y en todo lugar. A veces, cuando se reza de rodillas o se peregrina se puede llegar a sentir un "desafío físico". Sin embargo esto no se trata de “torturarse” o aguantar el mayor tiempo posible, sino de tener en cuenta que tenemos un cuerpo y alma para adorar a Dios. Por lo tanto, el rosario es también una oración de peregrinación.

8. Conectar cada misterio con una intención
     No siempre se tiene que rezar el Rosario de corrido. A menudo puede ser útil conectar cada misterio con una preocupación particular: mi madre, un amigo, el Papa, los cristianos perseguidos. Cuanto más específico sea, mejor. La alabanza y dar gracias a Dios no deben tampoco estar ausentes.

9. Rezarlo en momentos de sequía espiritual
     Nosotros los cristianos no somos “yoguis” que debemos cumplir con prácticas ascéticas para “vaciar” nuestra mente. Si bien nuestra relación con Dios está por encima de cualquier actividad, hay también momentos de sequía y aflicción en los que no se puede orar.
     En estos momentos difíciles, tenemos que recogernos con el Rosario y simplemente recitar las oraciones. Esto no es una charla pagana, sino que aquella pequeña chispa de buena voluntad que ofrecemos a Dios, puede fomentar que el Espíritu Santo avive la llama de nuestro espíritu.
     En tiempos difíciles, incluso puede ser suficiente sostener el Rosario sin pronunciar una palabra. Este estado desdichado ante Dios y su madre se convierte en una buena oración y ciertamente no permanece sin respuesta.

10. Caer dormido rezando el Rosario
     El Rosario no debe estar solo es nuestro bolsillos, sino en cada mesita de noche. Cuando se intenta conciliar el sueño también se pueden rezar los Avemarías y es mejor que contar ovejas.
     En ocasiones solo las personas mayores y enfermas se “aferran” al Rosario por la noche debido a las promesas de seguridad, fortaleza y consuelo. Sin embargo, también en los buenos tiempos se debe recurrir a esta oración y pedir especialmente por aquellos que sufren.

     Del libro “El Rosario: Teología de rodillas”, del  sacerdote, escritor y funcionario de la Secretaría de Estado del Vaticano, Florian Kolfhaus, publicados originalmente en alemán y traducidos y adaptados por Diego López Marina para Aciprensa. 

viernes, 14 de octubre de 2016

EL DOMINGO 16 SERÁ PROCLAMADO SANTO OTRO ADORADOR NOCTURNO

DON MANUEL GONZÁLEZ, ADORADOR NOCTURNO

     D. Manuel González García nació en Sevilla el 25 de febrero de 1877, en el seno de una familia humilde y profundamente religiosa. En su infancia formó parte de los famosos «seises» de la Catedral de Sevilla, grupo de niños de coro que bailaban en las solemnidades del Corpus y de la Inmaculada y se costeó sus estudios sacerdotales trabajando como fámulo (trabajador de entidad eclesiástica). Funda escuelas, publica libros, escribe los coloquios espirituales en la Lámpara del Santuario... En Sevilla, Palomares, Huelva, Málaga y Palencia, dejó su huella. Falleció en el Sanatorio del Rosario, en Madrid, el 4 de enero de 1940.
     Está sepultado en la Catedral de Palencia en la Capilla del Santísimo bajo la inscripción que él mismo dictó: «Pido ser enterrado junto a un Sagrario, para que mis huesos, después de muerto, como mi lengua y mi pluma en vida, estén siempre diciendo a los que pasen: ¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No lo dejéis abandonado!».

    « "Cada santo participa de la riqueza de Cristo tomada del Padre y comunicada en tiempo oportuno. Es siempre la misma santidad de Jesús, es siempre Él, el "Santo", a quien el Espíritu plasma en las "almas santas", formando amigos de Jesús y testigos de su santidad”, (Benedicto XVI) »

Santos, Beatos y Siervos de Dios
 de la Adoración Nocturna Española -2009

     … la Adoración Nocturna tenía un lugar especial en el corazón del beato Manuel González, a quien se le conocía como el apóstol de la Eucaristía. Era el adorador número 925 en el Libro de Altas de la Adoración Nocturna Española (ANE) malagueña, presente en Málaga desde 1883.


     En sus escritos son muchas las frases alusivas a la adoración eucarística: «¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No lo dejéis abandonado!». Por eso se le conocía también como el Obispo de los sagrarios abandonados. Ésa es la clave que mueve a los miembros de Adoración Nocturna: “mientras la ciudad duerme, las parroquias acogen a un grupo de personas que dedican su tiempo a hablar con Dios en el silencio”, explica el presidente de ANE en Málaga, Jesús Sojo.
     Durante el episcopado del beato Manuel González en Málaga, se fundaron los grupos de Adoración de Pizarra, Álora, Alhaurín el Grande y Ubrique, entre otros pueblos. Y en Málaga capital, aumentaron los turnos de 6 a 24. Es más, D. Manuel creó la capilla de la Adoración Nocturna en lo que ahora son las clases del Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Pablo. Según explica Sojo, “la Adoración estaba presente en esta capilla 31 días al mes, los 12 meses del año, desde las 10 de la noche a las 6 de la mañana, y el Café Central también abría, para los adoradores. El mismo D. Manuel bajaba a celebrar la Eucaristía a esta capilla, antes de comenzar la jornada”.
     “La oración es el alimento del alma, lo que necesitamos para llevar nuestra vida de fe adelante”, asegura Jesús Sojo, “cuando yo era joven, eran muchos los actos de adoración al Santísimo que se hacían en las parroquias: el jubileo de las 40 horas, las cofradías sacramentales, la Adoración Nocturna… la vida ha cambiado mucho, pero los cristianos seguimos necesitando la oración”
Encarni Llamas Fortes
Martes, 11 de Octubre de 2016




viernes, 7 de octubre de 2016

BENDITOS DE LA ADORACIÓN NOCTURNA

     El próximo 8 de Octubre, en la S.I. Catedral de Oviedo, en una ceremonia presidida por el Prefecto de la Congregación para la causa de los Santos, Cardenal Ángelo Amato SDB, tendrá lugar la beatificación de los mártires de Nembra.
     Fecha gloriosa para la Adoración Nocturna que contará con la poderosa intercesión de estos nuevos mártires miembros de la Obra.


EN EL VALLE DEL ALTO ALLER, MÁRTIRES DE NEMBRA

     Por primera vez en Asturias, va a tener lugar una beatificación. Serán mártires cuyos familiares y amigos todavía viven, dado que los sucesos ocurrieron hace ochenta años en la localidad de Nembra en el hermoso valle del alto Aller. Celebramos el testimonio cristiano que dieron los que tuvieron que expresar su fe pagando el alto precio de su propia vida. No estamos ante un tipo de víctimas que sucumben sin más por el odio ante la raza o la cultura, la clase social o la afiliación política. Estamos hablando de personas que entregan la vida pudiéndose quedar con ella, en un gesto de suprema libertad con un santo heroísmo que sólo es posible por el auxilio de la gracia de Dios. 
     La historia cristiana de España relata una historia paradójica también en la carne de sus mártires: la bienaventuranza de la vida que sobrevivió para siempre jamás a la muerte maldita en aquellos mártires cristianos (matados por el odio a la fe) que entre los años 1934 a 1939 fueron víctimas de una terrible confusión, una persecución enloquecida, una represión que en nombre de la libertad se trocó en liberticida. Cuando la Iglesia los beatifica no relata el escarnio de mofa y befa que sufrieron antes de morir, ni se quiere reconstruir aquel terrible escenario, ni siquiera se pronuncia el nombre de los verdugos, sus enseñas y sus siglas.
     Nuestro recuerdo no nace del resentimiento ni pretende reescribir la historia con injusto ajuste de cuentas. No esgrime la provocación sino que busca el reconocimiento de la gratitud y la reconciliación que en estos mártires aprendemos. En el paredón del odio de ellos no salió queja alguna, murieron amando a Dios testimoniando su belleza, y como hizo el Maestro, mirando a quienes no sabían lo que hacían, imploraban a Dios para ellos el perdón y la clemencia. Su ridículo presunto delito en la mente de sus asesinos fue la fe que los mártires abrazaron, su vocación vivida, el testimonio cristiano en todas las vías. No se les encontró en sus hábitos y ropas un carné de partido porque nunca militaron en política, ni armas defensivas quienes eran instrumentos de paz rendida, ni odio en su mirada quienes se asomaban a la vida desde los ojos del Señor, ni siquiera una resistencia legítima que hubiera podido resolver la tragedia con una comprensible huida.
     Así fue en Nembra. Un párroco bueno y entregado a su pueblo. Dos mineros padres de familia. Un estudiante de magisterio. Sencillamente habían encontrado a Dios en sus vidas, escucharon el susurro de su llamada y dijeron un sí grande a lo que en la Iglesia el Señor les proponía. Este es el tono de nuestra memoria hecha recuerdo y hecha oración, conmovidos por tan supremo testimonio de quienes creyeron con fe hasta el extremo, que se torna en testimonio no sólo de fe, sino también de amor al morir perdonando a quienes les arrancaban absurdamente la vida. Se podrán escribir panfletos, rodar películas, vociferar en tertulias y dictar leyes que reabren las heridas, pero todo eso caduca con el implacable paso de los días cuando lo que se dice, se escribe o se filma no hace las cuentas con la verdad.  Y al final sólo quedan los nombres laureados con la corona de la santidad y la palma del martirio de estos hermanos nuestros. Con dulzura, sin acritud, sin revancha, ellos han escrito con su sangre la página impresionante de una humanidad nueva y redimida por aquel primer mártir cristiano que dio su vida en la cruz.
     Nuestra Diócesis saluda y venera en estos mártires de Nembra, el regalo que nos despierta la fe y nos emplaza a testimoniarla en la trama de cada día.


         + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo


jueves, 6 de octubre de 2016

CONSEJO DIOCESANO de CÁDIZ

 VIGILIA EXTRAORDINARIA EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO

       
      Un año más cuando comienza el mes de Octubre, tradicionalmente dedicado al Rosario, el Consejo Diocesano de la Adoración Nocturna Española celebró la Vigilia general extraordinaria en honor de Nuestra Señora del Rosario, patrona de la ciudad de Cádiz, Alcaldesa perpetua y Madre nuestra, en su sede conventual de Santo Domingo.
        A los pies de Nuestra Señora y junto a la bandera blanca de la Sección nos reunimos un grupo de adoradores nocturnos a las 22.30 horas del sábado anterior a la festividad y coincidiendo con el año Jubilar Dominicano.
     La liturgia, con su ritual específico, dio comienzo con la exposición del Santísimo Sacramento y el rezo del santo Rosario; siendo presidida por nuestro Consiliario diocesano Rvd. D. Guillermo Domínguez y asistido por Fray Pascual Saturio, OP. Finalizando con la Santa Misa.