ESPAÑA TIERRA DE MARÍA

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viernes, 11 de noviembre de 2016

«…Y ADORANDO QUEDÓ POSTRADO.»
DE LA LEYENDA EUCARÍSTICA DEL PANGE LINGUA


ADORADORES  OFICIALES

     Lo son quienes en la Iglesia de Dios toman de su cuenta el Oficio de adorar. Porque no todos los que se postran a orar delante de la Divinidad —que es lo que se entiende por adorar— son adoradores oficiales. Pudiera decirse de ellos, que son adoradores de ocasión; que sólo cuando esta ocasión se les presenta —o bien la buscan ellos— doblan sus rodillas y hacen oración… o no la hacen. Pero, aun sin hacerla, la sola postración les abre perspectiva de adoradores; de adoradores de ocasión.
     Los Adoradores de Oficio, menos en número, son de más selecta categoría: Y son ellos Mismos los que de voluntad explícita solicitan él Oficio de adorar, que les hace cortesanos del Rey de los Reyes.
     Hay Adoradores de Oficio en algunas Congregaciones de Religiosos, dedicadas fundamentalmente a la Divina Eucaristía. Y lo son por voto expreso, que hacen de adorar, y cuya adoración profesan como fin determinante de su vocación religiosa.
     Y hay Adoradores, también de Ofidio, en el estado secular cristiano; en el que desarrolla la piedad sus ejercicios devotos: Los más destacados de entre estos Adoradores seculares somos  nosotros, los Adoradores Nocturnos del Tabernáculo abierto, delante del que transcurren suaves y dulces nuestras Vigilias. Y digo, que somos los más destacados, por el sacrificio corporal del insomnio, que nuestro alto y envidiable Oficio nos impone.
     La vocación al Oficio de adorar nos viene de Dios, que se dignó elegimos entre millares, valido, a veces, de las causas segundas, por medio de las que se cumple la Voluntad soberana dé la Providencia excelsa y que nos parecen casualidades. Porque a nosotros se nos puede y debe aplicar la amonestación oportuna del Divino Maestro a sus Apóstoles, ufanos de seguirle a Él, para que no presumieran de ello: «No sois vosotros quienes me habéis elegido a Mí; que soy Yo quien os elegí a vosotros...». (Ev. de San Juan XV, 16.)
     Esta vocación nuestra, qué nos lleva a pedir el ingreso en las filas de la milicia pacífica de los Adoradores Nocturnos de Jesús Sacramentado, nos la confirma la Obra con la facultad que le confiere la Iglesia. Y buena prueba de que todo esté movimiento es de Oficio, y no de ocasión, son la entrega del distintivo; la jura de la Bandera blanca, la inscripción de nuestro nombre en un Turno y el señalamiento de nuestra hora de vela en el reclinatorio de las audiencias nocturnas del Señor...
     Y aún nos queda un noviciado que hacer; que es el tiempo de prueba de si servimos para el Oficio.
     Decidme ahora: ¿Somos, o no, Adoradores Nocturnos... Oficiales? Se puede ver que lo somos en que tomamos de nuestra cuenta el dulce compromiso de no dejar vacante a nuestra hora el reclinatorio de nuestra vigilia.

CRUZ DE LA CRUZ,  Adorador Nocturno Español  (Madrid 1961)

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